El otro día, reunido con mis amigos no podía evitar mirarlos y sentir envidia. Envidia de nada en concreto y de muchas cosas en general. Pero sobretodo envidia de su felicidad, de ver como cada uno de ellos poco a poco y con perseverancia han ido logrando aquello que hace mucho tiempo se propusieron.

Se que soy una persona triste, nunca me he arrepentido de ello, ni nunca lo he ocultado, hace ya varios años que no encuentro motivos claros para ser feliz. Solo encuentro motivos fugaces como la escucha de un buen disco o la lectura de un buen comic, un buen libro o una buena conversación con alguien a quien quiero. Pero todos esos momentos pasan rápidamente y al llegar a casa me vuelvo a meter dentro del caparazón que todos tenemos.

Resulta curioso lo poco que valoramos la felicidad cuando disponemos de ella y lo mucho que la añoramos cuando la hemos perdido. Lo malo de la felicidad es que es como una buena novia, cuanto mas la buscas, mas se escabulle. Cuanto mas corres detrás de ella mas te cansas y mas te desesperas.

Como dirían los HDS: “Conseguiré esa sonrisa si la puedo comprar” ojala se pudieran comprar ciertas cosas…….